Ni estas pocas palabras que salen de mi labio carcomido por el
colmillo filoso
Ni esta música inglesa haciendo juego con el gris gastado de
un pantalón aferrado a mi pierna.
Ni los mensajes bien pensados que suelo mandar sin retorno favorable.
Ni la estupenda comida liviana en el verano echada sobre la mesa
Ni los libros que presumo no haberlos sacado aún de mi
biblioteca.
Ni los gatos nocturnos que merodean mi techo y se cotejan
con alaridos de ultratumba.
Ni los recuerdos ancestrales en el espacio y el tiempo
compartidos y convidados
Ni las miradas sugestivas de ojos puntiagudos que no ven por
sus mascaras de sábado por la noche.
Ni esta voluptuosa ironía industrial
Ni este ademán pre fabricado, y tan poco original
Ni esta maldita costumbre de extenderme en una soga para
escurrirme ante tus soles.
Ni este cruel relato cuyo final no tiene remate ni remonta a
ninguna muerte.
Ni este ánimo por hacer circular la información para que la
gente absorba su provecho.
Ni estos papeles que se me amontonan sin hacer fila
Ni este televisor prendido que simula acompañar
Ni este afán de conseguirte como un trofeo o en su mejor defecto
como la mujer de mi vida.
Ni esta presurosa sinceridad, que casi me mata de un sincericidio.