Bajo la guardia
Me obligas a beber
de la taza con respiro,
desatarme los cordones,
ventilar las medias un poco.
Mover los pequeños deditos de mis pies
levantándolos del pasto
y a escurrirme,
colgado con un par de broches de la familia,
al sol.
cuando mi lobo significante
ha bajado la guardia,
y se juega
a lo que pidas
con una aclaración:
a este cerebro
no lo amasaron ayer
y toda la carne picada que lo compone
no fermenta de un día para el otro.
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